jueves, 19 de marzo de 2009

Artículo Más Pasión 7. (I parte)

Dentro de la Revista Más Pasión 7 que edita El Correo de Andalucía en su número del mes de Febrero, podemos ver un artículo dedicado a los Acólitos, al que llaman "Los Chicos del Cirial". No tiene desperdicio, os dejo con las capturas de la revista y mas abajo el texto íntegro ya que no tiene resolución suficiente para leerlo directamente desde la captura de cada página. En esta entrada publicaremos la primera parte debido a la extensión del texto.










Todo un año dándole al incienso para conseguir un puesto ante los pasos en Semana Santa Última oportunidad. El grueso de los cultos internos está por llegar y los acólitos más rezagados se lo juegan todo a una carta. Ocupar un puesto ante los titulares durante la estación de penitencia está muy caro: es la recompensa a un duro año de trabajo en la vida de la hermandad y sólo la constancia asegura portar el incensario o el cirial en la calle.Son muchos los aspirantes, pero pocos los sitios. La última parte de esta peculiar carrera ya ha comenzado su cuenta atrás.

La formación de los cuerpos de acólitos en Sevilla es reciente –tendrán en torno a 20 años– y ha ido evolucionando hasta experimentar el boom actual. Los acólitos suelen ser jóvenes, la mayoría estudiantes, cofrades, compañeros, y muchos de ellos amigos dentro y fuera de la casa hermandad.

Todos sueñan ocupar este lugar privilegiado justo delante de sus titulares al llegar Semana Santa. “Es una sensación muy emocionante. Ves que estás viviendo lo que esperas durante todo el año con tantas ganas. Para mí son momentos mágicos, se te pasan las horas volando, pero no quieres que se acabe. Cuando estás cansado o tienes sueño es cuando más te vienes arriba y te da igual todo porque aguantas, merece la pena. Hay mucha gente a la que le gustaría estar ahí, igual que tú. Te sientes privilegiado”, explica Fernando Romero, acólito del palio de la Esperanza Macarena. Sin embargo, para ello hay que hacer antes una gran labor a lo largo del año, no sólo basta con estar apuntados en la nómina del cuerpo porque el puesto para procesionar como acólito delante de un palio o un misterio en Sevilla cuesta caro. Todos quieren salir en Semana Santa, pero requiere de mucha exigencia y, por el número tan elevado de miembros en algunos cuerpos, de un trabajo reflejado en la participación en los cultos y, si se puede, en otras áreas de la hermandad durante el año: juventud, priostía, asistencia social... De todo ello toman buena nota los responsables del grupo. Con la Cuaresma a la vuelta de la esquina, se intensifica la actividad en las hermandades y aparecen muchos interesados, y seguramente esta situación desequilibre la balanza a la hora de repartir los puestos para la próxima estación de penitencia. Y es que el trabajo de los encargados del cuerpo también necesita de organización dentro y fuera del altar.
Juan Manuel Benjumea es promotor sacramental y diputado de cultos de El Cerro del Águila. Él es el encargado de la formación del cuerpo de acólitos y de los monaguillos en la celebración de la liturgia desde 2003, además de fomentar su participación en la vida de hermandad. Su condición
indispensable para que un acólito pueda –por lo menos– aspirar a la salida del Martes Santo es “participar en los cultos de la hermandad e implicarse durante todo el año, luego en función de la asistencia saldrá o no”. Una vez en la cofradía, Benjumea apunta que “todos tenemos que mostrarnos en la calle con una disciplina y una compostura determinada porque somos la imagen de la hermandad en la calle, a pesar de tener un recorrido largo y exigente”, asegura. En su “modelo de gestión”, está la responsabilidad de “enseñar la misión del acólito dentro y fuera del altar, unido a unas normas y una disciplina propia”. De los 30 miembros del cuerpo de acólitos
de El Cerro, 27 salen en la cofradía el Martes Santo. Los que no ocupan este lugar en el cortejo, sí lo hacen de nazareno o costalero, además de participar durante el año en los cultos internos. En el grupo hay dos militares, uno destinado en Kosovo y otro en San Fernando, que sólo pueden
venir en Semana Santa. Y un seminarista, Alfredo Morilla. Entró porque se lo propuso el promotor sacramental. Éste es su quinto año en el Seminario, con lo que tras la próxima salida de El Cerro, colgará la dalmática, pues pasará a ser diácono, un cargo que no es compatible con el acolitar. Desde hace dos años sale delante de la Virgen de los Dolores, pero ya tenía una larga experiencia en la Amargura. “Mi vida cambió gracias a mis dos hermandades. En la Amargura descubrí mi verdadera vocación. Mi participación como acólito en la liturgia ha ayudado para que afloren en mí unos sentimientos distintos y en El Cerro los he afianzado”. Desde su experiencia cree que “los acólitos tendrían que profundizar más en lo que se está haciendo en cada momento y reflexionar sobre la fe. No es sólo desempeñar un papel”.
Como en El Cerro, la participación en los cultos a lo largo del año se premia con la salida procesional también en La Cena. Pero este criterio sólo se emplea desde hace tres años. Antes los acólitos reservaban el puesto de un año para otro. “Conseguimos cambiar las antiguas reglas porque si no era un puesto dentro de la cofradía que cada Domingo de Ramos se le cerraba a otros jóvenes de la hermandad que siempre habían querido salir de acólito pero no podían, así que el grupo es relativamente joven”, explica Francisco Javier León, diputado de cultos de Los Terceros.
Actualmente, el cuerpo cuenta con casi 50 miembros, pero sólo 41 pueden salir en el cortejo como acólito. El primer requisito es haber cumplido los 14 años, los que son menores de esta edad son monaguillos. “Al igual que el grupo joven, es una manera de abrir las puertas de la hermandad a los más jóvenes. Y con vistas al futuro porque hay muchos hermanos que fueron acólitos y ahora son miembros de junta”. Por el camino hacia esos cargos parece ir Francisco Javier Lobo. “Siempre me llamó la atención el asunto de los acólitos”. Él se interesó al ver la hojilla adjuntada a la papeleta de sitio de La Cena que informa a los jóvenes de la hermandad de las condiciones para ser acólito. “Después de apuntarme, comencé a participar en los cultos del Cristo de la Humildad y ese mismo año tuve el privilegio de llevar un cirial delante del misterio de la Sagrada Cena”. Pero su implicación, tras tres años de acólito, le llevó a colaborar con los priostes, y ya es pertiguero del misterio y auxiliar de priostía.

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